Siempre
se habla, desde los arqueólogos, de que hay que intentar que la sociedad no vea
a estos profesionales como unos aventureros a lo Indiana Jones. Sin embargo, yo
creo que ese mito es una idea minoritaria entre los que no son "del
gremio". Más bien, yo diría que la creencia más común entre la gente es
pensar en los arqueólogos como muchachitos o muchachitas, armados con brochas y
mucha paciencia, desenterrando huesos humanos (ya no digamos dinosaurios) y
nada más. Esa creo que sí sería una idea errónea y peligrosa que hay que
desmitificar, ya que considerar que los
únicos vestigios importantes son los huesos puede hacer que los demás
restos queden desprotegidos.
En la Arqueología hay muchos campos, y tan arqueólogo es el que excava un cadáver (ya
sea humano, cabra, oveja, cerdo, perro, gato o pescado), como el que lleva a
cabo una prospección y encuentra los restos de un muro (que posiblemente luego
resulte ser las ruinas de una fortaleza, el palacio de un rey, la casa de un
esclavo... o simplemente un muro). Y no sólo eso, también hay que diferenciar
entre arqueología de campo y arqueología de laboratorio (pues no todo es
sudar), de donde se extraerán los datos con los que poder hacer trabajos de
investigación para luego difundir los resultados a la sociedad. Y todo esto sin
mencionar que la Arqueología es una ciencia multidisciplinar donde también
intervienen (y son parte crucial) geógrafos, biólogos, geólogos y especialistas
de ámbitos que, a priori, nada tienen que ver con las ciencias históricas.
En
definitiva, la Arqueología es una disciplina que abarca muchos ámbitos de
actuación de distintos tipos y distintos métodos. No hay que pensar en el
arqueólogo como el aventurero busca tesoros, pero tampoco por alguien que se interesa
sólo por los huesos, pues este último es sólo un ámbito de su estudio, y no
necesariamente el más importante. Desde las pirámides más grandes de Egipto,
hasta el fragmento de cerámica más pequeño, todos los restos del pasado son importantes y, por ello, debemos
protegerlos y valorarlos como parte de nuestra identidad cultural y humana.
Aridane Mendoza Tacoronte
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