Marco Antonio Moreno Benítez es codirector de la
empresa Tibicena, y uno de los pioneros de nuestra tierra en la integración de
nuevas tecnologías para la arqueología. En esta entrevista hablaremos de ello y
de las excavaciones más destacadas llevadas a cabo por el equipo de Tibicena,
que lleva ya muchos años de trabajo y experiencia en este campo.
Como codirector de Tibicena, Arqueología y
Patrimonio S.L., se ha visto envuelto junto a sus compañeros en aplicar las
nuevas tecnologías al patrimonio; entre ellas se encuentran los Sistemas de
información Geográfica, la fotogrametría y la fotografía aérea con drone.
¿Podría explicar brevemente a nuestros seguidores cual es la finalidad de estas
aplicaciones y qué impacto tienen sobre los yacimientos arqueológicos de
Canarias?
Toda y cada una de las aplicaciones
tecnológicas utilizadas por Tibicena se realiza con una doble función. Por un
lado, agilizar los trabajos de campo, y de otro, generar un mejor documentación
y registro de los lugares en los que trabajamos. Por ejemplo, hemos desplazado
el dibujo tradicional de estructuras por la realización de fotografía aérea,
ortorrectificación y vectorización posterior. Otro ejemplo es el uso de la
fotogrametría; esta permite generar documentos que sirvan como puntos de
partida para el seguimiento del estado de conservación tanto de piezas como de
yacimientos arqueológicos. En este sentido, creo que ganamos todos, tanto
profesionales como la gestión de ese Patrimonio, ya que se genera una
documentación de muy alta calidad, tanto para su estudio presente como para su
salvaguarda futura.
Sin duda alguna, una de
las excavaciones más importantes ha sido la del Solar Norte de de la Catedral
de Las Palmas. ¿Qué destacaría de este proyecto?
La propia historia del lugar hizo que esa
excavación fuera muy importante para todo nuestro equipo. De las cosas que
podríamos destacar serían la aparición de los restos de la desaparecida Plaza
de Los Álamos, o restos de los muros de lo que pudo ser el antiguo Hospital de
San Martín, o un gran número de fosas de enterramiento intactas. Aparentemente
es poca cosa, pero debemos tener en cuenta que estamos ante el “km. 0”
de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Así que cualquier resto es
importante. No obstante, yo destacaría la idea de rescatar el yacimiento en sí
y ponerlo en valor. Esperamos que la idea se retome ya que está en Vegueta, es
decir, en uno de los “must to do” en lo que a visitas se refiere; así
que la conservación y su revitilalización a través de su puesta en valor es de
obligado cumplimiento.
A pesar de todo, durante
los últimos años se ha llevado a cabo en Canarias un gran avance tanto en la
metodología del trabajo arqueológico como una puesta en valor de nuestro
patrimonio. Aún así ¿en qué aspectos cree usted que se puede mejorar?
Sí, estoy de acuerdo. Si comparamos cómo
se trabaja hace 10 años a ahora se nota un gran cambio. Sistemas de información
geográfica o el uso cada vez más común de la fotogrametría permite no sólo una
excelente documentación y análisis posterior, sino la inclusión de los datos
recabados en la posterior puesta en valor. Sin embargo, la inclusión de estas
metodologías en los protocolos de trabajo no vienen de la mano de la administración
pública, sino de los propios equipos en su afán por documentar mejor, ofrecer
mejores y más rápidos servicios. En este sentido, creemos que la administración
se está quedando obsoleta en cuanto a las mejoras que se pueden incluir en la
gestión de las diferentes intervenciones. Desde hace tiempo abogamos por una
normalización de los trabajos arqueológicos, es decir, crear una ficha de
contenidos mínimos que todos los equipos deben utilizar, generar un protocolo
de documentación, cómo representarlo, e incluso el propio contenido de las
memorias. Sólo unos mínimos, pero unos mínimos en consonancia con los tiempos
que vivimos, donde la tecnología y los recursos cada vez son más accesibles y
por lo tanto aplicables. Eso conlleva a una formación continua por parte de los
profesionales de la Arqueología, algo en lo que creemos firmemente.
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Excavación en el Solar Norte de la catedral Santa Ana. Foto propiedad de Tibicena. |
Nosotros en la tarea de
divulgación, sobre todo, lo que buscamos también es concienciar a la ciudadanía
de la importancia que tiene el patrimonio y el registro arqueológico. En muchos
casos, la gente con su buena voluntad (o no) puede llevar a cabo una alteración
del registro o expolios al visitar los yacimientos. Como profesional de la
arqueología, ¿qué consejos podrías dar para intentar prevenir este tipo de
acciones?
Nosotros hemos tenido dos casos bastante
desagradables. Uno en el yacimiento de la Restinga (Telde) y otro en La
Fortaleza (Santa Lucía de Tirajana), ambos con el mayor grado de protección
patrimonial existente (Bien de Interés Cultural). En el caso de La Restinga ha
sufrido expolios continuados, incluso estando nosotros allí. De hecho, en
momentos previos a que comenzáramos las excavaciones escarbaron una casa hasta
sobrepasar sus cimientos y hacer que se vinieran abajo todos sus muros. En el
caso de La Fortaleza, intentaron hacer unos agujeros en una de las estructuras
que están en la cima. Todos estos hechos han sido denunciados al Servicio de
Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria. Y el SEPRONA ha abierto
diligencias. Si bien los trabajos arqueológicos en La Restinga han permitido
recuperar y amortiguar el efecto de los expolios con la excavación en curso, en
La Fortaleza no se ha hecho nada al respecto, por lo que creemos que se corre
peligro de perder todo el contenido arqueológico de la estructura expoliada de
no hacer nada.
En cuanto a la buena voluntad, no me lo
creo. Quien ha expoliado, al menos en estos dos ejemplos, sabía lo que hacía y
lo que buscaba. No hablamos de ir un día y llevarse una cerámica del suelo,
sino de estar varios días, de forma continuada, sacando tierra. Desgraciadamente,
creemos que muchos atentados se realizan por un exceso (equivocado) de celo, de
protección de lo "nuestro". En el sentido que algunas personas con
conocimientos se ven legitimadas (frente a profesionales de la Arqueología y el
Patrimonio Histórico) para llevarse tales restos arqueológicos. Hay que educar,
divulgar, dar difusión a los trabajos que hacemos. Hay interés en la ciudadanía
por su Historia y por su Patrimonio. Sin embargo, si esos "huecos" no
son cubiertos con divulgación seria, son ocupados por personas que interpretan,
explican y tergiversan el Pasado y nuestro Patrimonio a su antojo. Una muestra
es lo que existe en el Facebook donde hay varias páginas con seguidores que
siguen y aplauden lo que les exponen sin el más mínimo espíritu crítico.
Por eso creemos que páginas como la suya
son necesarias para dar una correcta visión de nuestro pasado y Patrimonio
presente. Creo que esa es la única herramienta preventiva, la formación y la
unión de esfuerzos tanto de profesionales como de interesados en nuestro
Patrimonio.
Son ya varios los años que ustedes como
empresa han llevado a cabo numerosos trabajos patrimoniales tanto históricos
como prehistóricos. ¿Cuál de dichos trabajos destacaría y por qué?
Como comentas son ya casi 15 años los que
Tibicena lleva trabajando en Canarias. ¿Destacar algún trabajo? Complicado,
todos son diferentes y todos te dan sorpresas, y de todos aprendes algo. Pero
si tenemos que elegir, nos quedamos con El Tejar (Santa Brígida), Finca Clavijo
(Santa María de Guía) y La Fortaleza (Santa Lucía de Tirajana). Aunque
otros como el Solar Norte de la Catedral de Las Palmas, la necrópolis de Juan
Primo (Gáldar) o La Restinga (Telde), también están entre nuestros preferidos.
El Tejar lo elegimos porque fue nuestro primer
trabajo como equipo, y tuvimos la suerte de excavar una estructura arqueológica
diferente y con una interpretación singular, y además hoy en día es visitable.
Con respecto a Finca Clavijo, una
posible necrópolis de esclavos donde se hizo un trabajo integral, con análisis
de isótopos, ADN, y un muy buen trabajo bioantropológico. El azúcar fue muy
importante en Gran Canaria, y su historia siempre ha sido creada a partir de la
documentación escrita; así que por primera vez teníamos información de primera
mano de sus involuntarios protagonistas. Finalmente, el proyecto más ambicioso,
por el tiempo que llevamos con él. Hablamos del yacimiento de La Fortaleza. Este trabajo lo
comenzamos en el año 2007 y ya finalmente, este año, se inaugurará su centro de
interpretación, que creemos que sorprenderá por su concepto museográfico. Esto
permitirá conocer mejor un yacimiento que contiene una variabilidad
arqueológica brutal (grabados rupestres, cuevas pintadas, silos, cuevas de
habitación, estructuras habitacionales, murallas...), esperando, además, que
esto permita la continuidad de las intervenciones arqueológicas ya iniciadas.
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Yacimiento de La Restinga (GC). Foto propiedad de Tibicena |
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Por último, nos gustaría preguntarle sobre
los trabajos que se están llevando a cabo en el yacimiento de La Restinga. ¿Qué
particularidades presenta con respecto a otros yacimientos?
El proyecto de La Restinga tiene como
particularidad inicial que está totalmente financiado a través de capital
privado, en concreto de Parque Marítimo de Jinámar. Y dicha actuación se
enmarca dentro de la acciones llevadas a cabo en este tramo de costa, dentro de
la revisión del Plan Especial de Parque Marítimo de Jinámar.
Se trata de un proyecto integral cuyo fin
último es recuperar un espacio olvidado por la ciudadanía y las
administraciones. Así, a partir de la excavación y restauración de varias
estructuras arqueológicas, como de la limpieza y adecuación del bunker existente,
la adecuación de caminos y colocación de cartelería, se pretende exponer los
trabajos arqueológicos realizados. Hay que tener en cuenta que el proyecto
cuenta también con partida presupuestaria para investigación. En este caso, los
datos que conocerán y permitirán entender el lugar serán de primera mano.
En este lugar hemos excavado cuatro
estructuras, las denominadas por nosotros 10 y 11, y las 7 y 7B. La primera es
como una gran plaza cuadrada (10 x 10 m.) realizada a partir de grandes muros,
y posiblemente techada (no sabemos si todo el reciento o sólo parcialmente), a
la que se le anexa otra ( nº 11) gran estructura con al menos una habitación y
varios accesos. Su funcionalidad no está clara, aunque algunos autores proponen
que se utilizará como zona de reunión, tal y como se señala en las fuentes
etnohistóricas. En cuanto a la estructura 7 y 7B, nos encontramos ante la
típica estructura cruciforme a la que se le anexiona una estructura baja, de
apenas una hilada, que servía como área de actividad, posiblemente (a nivel de
hipótesis) de cuando la estructura contigua estuvo habitada. En cuanto a la
propia estructura tiene como singularidades que sabemos que se construyó cuando
el poblado ya estaba habitado, ya que se ubica sobre material arqueológico.
Esta estructura parece haberse construido como posible vivienda, pero llegado
un momento se utilizó como zona de actividad cubriendo todo su interior de
desecho de tales acciones (grandes cantidades de pescado y conchas). Como
novedad, se detectó gracias al análisis carpológico realizado por el Dr. Jacob
Morales la utilización de excrementos de ovicápridos como combustible.
Finalmente, pensamos que está estructura es bastante reciente ya que una piedra
de sus muros se apoya sobre un metal. No obstante, las dataciones
radiocarbónicas nos ayudarán a conocer cuándo se construyó y la ocupación de la
misma.